¡Hola a todos! Me complace anunciar una nueva entrega de mi colaboración con el blog Mil y una narraciones. Esta iniciativa consiste en elaborar un microrrelato de fantasía con una extensión de 200 palabras y proporcionar una imagen relacionada con el relato. 

Los relatos serán publicados cada viernes en el blog de Mil y una narraciones, por lo que les dejo AQUÍ el link con las bases de la colaboración por si están interesados en participar.  

 

Como parte de esta colaboración he creado una serie de nueve capítulos que se publicarán semanalmente hasta marzo. Juntos, recorreremos el camino hacia el Mictlán, el inframundo de la mitología mexica y nahua, por lo que en esta ocasión les traigo el octavo capítulo de este relato que consta de 306 palabras, espero que les guste:

✧ ── Capítulo 8: Apanohualoyan Itzmictlan-Apochcalocan Apanhuiayo - El Océano de las Aguas Negras.୭̥*

Al salir de la jungla, Lucía y Alitzel se encontraron ante un océano de aguas oscuras y profundas. El cielo, reflejado en la superficie, era de un negro intenso, amenazante. Alitzel le explicó que habían llegado a Apanohualoyan, el océano de las aguas negras, donde las almas debían cruzar las aguas de la muerte para renacer.

Con un nudo en la garganta, Lucía se adentra en el agua gélida. La oscuridad era total, solo interrumpida por el débil resplandor de las estrellas. Mientras nadaba, recordó su vida. Todos los momentos felices, los sueños rotos, las personas que había amado y perdido. Se dio cuenta de que su vida había sido un viaje lleno de altibajos, pero había aprendido de cada experiencia.

De repente, una figura emergió de las sombras. Era Mictlantecuhtli, el señor de los muertos, con una mirada profunda y penetrante. Lucía sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero también una sensación de paz.

—Dime, ¿estás lista para aceptar tu destino? — preguntó Mictlantecuhtli con voz grave.

Lucía asintió con la cabeza. Había enfrentado muchos desafíos en su vida y estaba preparada para lo que viniera. Tomó la mano que Mictlantecuhtli le extendía y se sumergió más profundamente en las aguas oscuras.

Al fondo del océano, una luz tenue comenzó a brillar. A medida que se acercaban a la luz, Lucía pudo ver destellos de su vida: su infancia, su adolescencia, su vida adulta. Cada recuerdo era como una ola que la arrastraba hacia el pasado.

Al fin, emergieron de las aguas oscuras y se encontraron en un lugar hermoso y lleno de luz. Era un jardín paradisíaco, con flores de colores vibrantes y árboles frutales.

Había dejado atrás su vida pasada y había encontrado la redención. Sabía que su viaje en el Mictlán había sido una prueba, pero también una oportunidad para crecer y evolucionar.

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Con esto concluimos el día de hoy, espero que les guste el relato, como siempre me encantaría conocer su opinión al respecto.

 

¡Nos vemos en la próxima, chao!