¡Buenos días, tardes y noches a todos ustedes! Les doy la bienvenida una vez más a Enredados entre Libros, el día de hoy les traigo un relato de terror, y espero que les guste:

–———[ El Bosque de los Secretos]———–

El helicóptero, una silueta metálica contra el cielo gris, dominaba la pequeña pista de aterrizaje. A su alrededor, una multitud expectante murmuraba con creciente ansiedad. La noticia se había propagado como un incendio: habían encontrado un cuerpo. Un escalofrío recorrió mi espalda. No, no podía ser cierto. Mi pequeño estaba a salvo. Seguro. Lo imaginaba en su habitación, rodeado de una montaña de juguetes, riendo a carcajadas.

Un grito desgarrador rompió el silencio. La multitud se estremeció. Me alejé de aquel caos, buscando refugio en la inmensidad del bosque. Tenía que encontrarlo. Mi instinto me decía que aún estaba allí, perdido entre los árboles.

Corrí sin rumbo fijo, llamando su nombre entre sollozos. Las ramas me arañaban la piel y las raíces tropezaban con mis pies, pero no me detuve. La espesa vegetación me envolvía en un abrazo oscuro y húmedo, amplificando cada sonido. El crujido de las hojas secas bajo mis pies, el canto de un pájaro solitario, el viento susurrando entre las ramas... Cada ruido me ponía alerta.

De repente, creí escuchar su voz. Un grito débil, apenas audible. Aceleré el paso, guiada por esa pequeña esperanza. La luz del sol comenzaba a filtrarse entre las copas de los árboles, creando un espectáculo de sombras y luces que me desorientaba.

Al llegar a un claro, me detuve en seco. Ahí, en medio de la hierba alta, yacía una pequeña figura. Mi corazón se detuvo un instante. Corrí hacia él, sintiendo como si el mundo se desplomara a mi alrededor. Era él. Mi niño. Inmóvil.

Caí de rodillas a su lado, aferrándome a su cuerpo sin vida. Las lágrimas brotaron de mis ojos como una fuente inagotable. ¿Cómo había podido pasar esto? ¿Cómo había podido perderlo?

En ese momento de dolor infinito, sentí una presencia a mi lado. Una sombra se materializó lentamente, tomando forma humana. Era mi niño, mirándome con ojos vacíos y una sonrisa siniestra en los labios. "Mamá, ¿por qué me dejaste solo?", susurró, mientras el mundo a mi alrededor se desvanecía en la oscuridad.

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Con esto concluimos el día de hoy, espero que les guste esta entrada, como siempre me encantaría conocer su opinión al respecto.

¡Nos vemos en la próxima, chao!