Hola a todos bienvenidos una vez más a Enredados entre Libros, el día de hoy les traigo mi participación del reto Fuego en las Palabras del Blog Cronistas de la loca que cazaba nubes, las bases se pueden revisar dando clic AQUI y son las siguientes:

1.- En un máximo de 350 palabras desarrolla un texto que incluya estas dos: SEPULTURERO y PIJAMA. Puedes usarlas en plural también.

2.- El tono y estilo los eliges tú.

3.- Puedes participar varias veces, pero cada participación se publicará como post independiente.

4.- Es compatible con retos de otros sitios.

5.- Deja en un comentario bajo este post la URL a tu participación.

6.- Al publicar en tu blog enlaza con esta entrada.

7.- Se admiten tanto poesía como narrativa. Tú decides con cuál de ellos presentarte.

8.- Tienes hasta la medianoche del día 9 de enero para participar (hora de España peninsular).

Ahora sin más les comparto el siguiente relato que consta de 350 palabas:

┌──────── ∘°❉°∘ ────────┐
Tierra bajo las uñas
└──────── °∘❉∘° ────────┘

Aún no me explico cómo terminó en el grupo de WhatsApp. Era un video de apenas diez segundos, grabado con una cámara temblorosa. Lo borré casi al instante, pero la imagen se quedó grabada: alguien, o algo, arrastrando un bulto pesado por el pasillo de mi casa.

Esa noche no pude pegar ojo. Me puse mi pijama de ositos, la que siempre me da consuelo, y me senté en el borde de la cama a escuchar el silencio de la madrugada. El problema es que el silencio en esta casa nunca era mudo; siempre hay un crujido o el susurro del viento contra el vidrio.

A eso de las tres de la mañana, lo oí. Un roce metálico, rítmico. Clac. Shhh. Clac. Como si alguien estuviera cavando en el jardín trasero.

Me asomé por la ventana. Entre la bruma espesa que bajaba del cerro, distinguí una silueta encorvada. No era un ladrón. Los ladrones no llevan palas ni visten overoles de lona manchados de tierra fresca. Aquel hombre trabajaba con una eficiencia aterradora, abriendo un boquete rectangular justo debajo de mi ventana. En el pueblo decían que el viejo sepulturero del cementerio municipal se había vuelto loco antes de desaparecer el mes pasado, que buscaba "clientes" fuera de su horario laboral porque las tumbas oficiales ya no le bastaban.

Sentí un frío repentino en los tobillos. Bajé la vista y vi que el dobladillo de mi pantalón de dormir estaba lleno de barro húmedo. Mis manos, antes limpias, tenían restos de tierra negra bajo las uñas.

El hombre de afuera se detuvo, dejó la pala y miró hacia arriba. No tenía rostro, solo una cavidad oscura donde debería estar la boca. Entonces, sentí una vibración en el bolsillo. Un mensaje nuevo. Abrí el teléfono con dedos torpes y vi un segundo video. En él, aparecía yo mismo, caminando dormido, cavando mi propia fosa mientras el hombre de la pala me guiaba como a un niño.

Lo peor no fue ver el video. Lo peor fue darme cuenta de que, mientras lo veía, el hombre aplaudir con una gran sonrisa siniestra.

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Con esto concluimos el día de hoy, espero que les guste esta entrada, como siempre me encantaría conocer su opinión al respecto.

¡Nos vemos en la próxima, chao!