¡Hola a todos! Bienvenidos nuevamente a Enredados entre Libros. Hoy les traigo mi participación en el VadeReto de este mes de Acervo de Letras, les dejo AQUÍ el link para que revisen la base del reto.

 

Así que la propuesta para este mes es: LOS RÍOS. Este deberá ser el escenario de nuestros relatos. La historia puede usar el río como personaje principal, ser el lugar en donde se desarrolle la trama, ser el vehículo para los personajes, transmitir el mensaje del cuento o aparecer de forma metafórica. Pero nuestros relatos tendrán que estar regados de sus aguas.

Para efectos de este relato me inspire en la siguiente imagen y cita mencionadas en la base para el reto:

 

“Cuando atraviesas nadando un río real, imprevisible y peligroso, si logras alcanzar la otra orilla eres una persona distinta a la que entró en el agua”

Joyce Carol Oates

 

Ahora sin más los dejo con mi relato:

 

﹀﹀﹀ •   •   • El Río de la Vida━━━

 

Desde que tengo memoria, el río ha sido el corazón de nuestro pueblo. Nos alimenta, nos refresca, nos da vida. Pero también tiene sus secretos, sus peligros. Los ancianos hablan de un ser que habita en sus profundidades, un espíritu acuático llamado Ahuízotl. Dicen que tiene cuerpo de perro y cola de mono, con una mano humana al final, lista para atrapar a los ingenuos.

 

Yo, como muchos otros, crecí con estas historias, que causaban fascinación. Pero nunca pensé que el Ahuízotl fuera algo más que una leyenda. Hasta que lo vi.

 

Fue una noche de luna llena, mientras pescaba en el río. De repente, sentí una fuerza que me arrastraba hacia las profundidades. Luché con todas mis fuerzas, pero parecía inútil. Vi una sombra oscura, unos ojos brillantes que me miraban. Era el Ahuízotl.

 

Me hundí en el agua atragantándome, pensé que era mi fin. Pero de repente, una luz brillante me envolvió. Sentí una energía poderosa que me recorrió todo el cuerpo.

 

Cuando abrí los ojos, estaba en la orilla del río, tosiendo y temblando, pero vivo. Miré a mi alrededor y vi al Ahuízotl, que me observaba desde el agua. No entendía nada. ¿Por qué me había perdonado la vida? ¿Qué había pasado?

 

Después de lo ocurrido, cada vez que voy al río, siento la presencia del Ahuízotl. Sé que está ahí, observándome. Desde ese momento comprendí que el río no era solo agua, sino también vida, muerte y renacimiento. Y yo, de alguna manera, había renacido de sus aguas aquel día.

 

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Con esto concluimos el día de hoy, me encantaría conocer su opinión al respecto.

 

¡Nos vemos en la próxima, chao!