¡Hola a todos! Me complace anunciar una nueva entrega de mi colaboración con el blog Mil y una narraciones. Esta iniciativa consiste en elaborar un microrrelato de fantasía con una extensión de 200 palabras y proporcionar una imagen relacionada con el relato. 

 

Los relatos serán publicados cada viernes en el blog de Mil y una narraciones, por lo que les dejo AQUÍ el link con las bases de la colaboración por si están interesados en participar.  

 

Como parte de esta colaboración he creado una serie de nueve capítulos que se publicarán semanalmente hasta marzo. Juntos, recorreremos el camino hacia el Mictlán, el inframundo de la mitología mexica y nahua, por lo que en esta ocasión les traigo el quinto capítulo de este relato que consta de 328 palabras, espero que les guste:

✧ ── Capítulo 5: Itzehecayan - El Lugar de los Vientos.୭̥*

Al salir de la montaña de obsidiana, Lucía se encontró en una vasta llanura azotada por vientos huracanados. El aire gélido le arrancaba el aliento y la arena azotaba su rostro como un látigo. Alitzel, su guía, explicó que este era Itzehecayan, el lugar donde las almas debían soltar todo aquello que las ataba al mundo terrenal.

De repente, una ráfaga de viento arrebató de sus manos el amuleto que siempre llevaba puesto, un regalo de su abuela. El amuleto cayó al suelo y fue arrastrado por el viento. A continuación, el viento se llevó su libro favorito, el que había leído una y otra vez desde niña, y luego su bolso, con todas sus pertenencias.

Imágenes de su vida pasaron rápidamente por su mente: su graduación, su primer amor, el día que compró su casa... Cada objeto que perdía era un fragmento de esos recuerdos, un hilo que la conectaba con su vida pasada.

Mientras luchaba contra la tormenta, Lucía recordó el accidente que le había quitado la vida. La imagen del auto estrellándose contra el camión se repetía una y otra vez en su mente. Había perdido tanto en ese instante: sus sueños, sus proyectos, a sus seres queridos. Y ahora, en el Mictlán, estaba perdiendo incluso los objetos que la habían acompañado durante su vida.

De repente, una ráfaga de viento la derribó al suelo. Mientras yacía allí, indefensa, se dio cuenta de que había estado aferrada a cosas materiales, a recuerdos, a una vida que ya no existía. El viento, con su fuerza imparable, le estaba enseñando una dura lección: la única cosa que realmente importaba eran las conexiones que había formado con los demás y los aprendizajes que había obtenido a lo largo de su vida.

Al levantarse, Lucía se sintió más ligera. Había dejado atrás el peso de sus posesiones y de sus miedos. El viento seguía soplando con fuerza, pero ella ya no se sentía arrastrada por él. Se había liberado.

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Con esto concluimos el día de hoy, espero que les guste el relato, como siempre me encantaría conocer su opinión al respecto.

 

¡Nos vemos en la próxima, chao!