¡Hola! ¡Me da mucha alegría darte la bienvenida una vez más a Enredados entre Libros! Hoy les traigo un relato que espero que disfruten mucho, se supone que lo publicaría el 14 de febrero, sin embargo, ese día fue viernes, y ese día publico mi colaboración con el Blog de Mil y una narraciones. Al final pude acomodar el relato para publícalo hoy.

 

Tengo que confesar que este relato es un poco diferente a lo que suelo traer, ya que se aleja un poco de los relatos oscuros que suele poblar este espacio literario, por lo que me decante con un relato de comedia romántica con un toque de ironía que lo hace más vibrante y sarcástico. Espero que les guste el relato:

 

–———[ Felices para Siempre... No]———– 

Como una comedia romántica de mierda, diría yo que fue el día de ayer. Se supone que hoy estaría de camino a la luna de miel con mi esposo, sin embargo, me encuentro preparándome para viajar con mis amigas para ir de fiesta, emborrachándonos y maldiciendo a mi ex novio. Y como llegamos a esta situación fue muy sencillo, el muy cretino me dejó plantada en el altar mientras se fugaba con su ex novia como protagonistas de una película de bajo presupuesto.

El día empezó de maravilla, ¿sabes? Como en esas películas donde todo es color de rosa y las protagonistas siempre tienen el cabello perfecto. Vestido, peinado, maquillaje... ¡Estaba radiante! Casi podía escuchar las campanas de boda. Pero claro, el destino tenía otros planes para mí, más parecidos a una telenovela de mi bendito México surrealista.

Justo cuando estaba a punto de caminar hacia el altar, como una princesa en su castillo de ensueño, escuché un escándalo. Resulta que mi príncipe azul había decidido convertirme en la princesa Diana de esta historia, pero en lugar de rescatarme, me había dejado en ridículo en el altar. ¡Original, ¿no? Y para colmo, la nueva reina consorte Camila resultó ser su ex, embarazada y con una sonrisa más falsa que una moneda de tres centavos.

La escena era digna de un reality show: yo, la novia abandonada, él, el novio infiel, y ella, la nueva reina. Entre sollozos y maldiciones, les dije a todos que la fiesta se cancelaba. Después de todo, ¿quién iba a querer celebrar una boda así?

Al final, me quedé sola en la iglesia, rodeada de los restos de mi boda fallida. Mis amigas intentaron animarme, pero lo único que quería era un trago bien fuerte y olvidar todo. Supongo que así es la vida, ¿no? A veces, los cuentos de hadas tienen finales muy poco felices.

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Con esto concluimos el día de hoy, espero que les guste esta entrada, como siempre me encantaría conocer su opinión al respecto.

 

¡Nos vemos en la próxima, chao!